martes, 17 de febrero de 2009

El amor de la vida


Cuando desperté el 15 de febrero, más allá del dolor de cabeza que tenía, había en mi cuerpo una sensación de resignación, de haber dejado ir algo. Esa sensación la pude atribuir a lo que había platicado un día antes por la tarde. Había dejado ir una relación de muchos años y había terminado todo de una manera positiva y propositiva. Reflexioné sobre mis sentimientos y todo se aclaró, solamente me quedé con el dolor de cabeza.


Como yo ya había mencionado antes, no hay una fórmula para terminar una relación, así que cada quien lo hace como se lo imagina en momento en el que surge la necesidad, así lo hice yo. Muchas veces durante la relación pensé y pensamos la forma ideal de terminar, para que no sufriéramos, para que no nos odiáramos después, para que fuera leve el duelo, etc. Pues no fue ni siquiera parecida.


Lo importante es que a partir de este día me siento por un lado aliviado y por otro preocupado. Así como se lee, preocupado. Me he sorprendido pensando en él, planeando un día perfecto para los dos, un posible reencuentro estaría bien. Pero no, la sola idea de regresar a una relación que tenía problemas me aterroriza. Quiero seguir viéndolo y saber de él, claro con las debidas limitaciones. En eso quedamos, el hecho de terminar quiere decir que una relación amorosa terminó pero tal vez, si las circunstancias lo permiten, en el futuro una relación de otro tipo surja.


Extrañamente desde hace unos meses he tenido un pensamiento diferente al que me caracterizaba. He logrado desprenderme de costumbres y personas sin mucho drama ni remordimiento. He logrado asumir con seguridad cambios en mi vida en muchos ámbitos y todos los he tomado bien. Este nuevo pensamiento me ha ayudado a superar la separación y a tratar de seguir adelante solo.


Me siento contento conmigo, con lo que tengo y con lo que soy. No tengo envidas ni preocupaciones innecesarias, sé lo que soy y lo que puedo ofrecer. Por más trillado y exagerado que suene en verdad yo nunca me había sentido así, no me queda más que presumirlo.
Años atrás me sentía inseguro, no quería cambiar en nada, y tenía mucho miedo al futuro y más aun a la soledad. Mi pensamiento fue cambiando poco a poco y ahora más que miedo siento curiosidad. ¿Qué tiene el destino preparado para mí? ¿Qué tan solo puedo estar si siempre me he tenido a mi mismo?


Ahora sé que tarde o temprano ese futuro se convertirá en presente y se resolverá esa pregunta. Ahora no tengo miedo a vivir, conocer gente, lugares, no tengo miedo a experimentar y mucho menos a cambiar. Ahora sé que las cosas que vengan las puedo/debo asumir como son. Que si llegar a viejo y seguir soltero, que si no tienes trabajo y te haces viejo nunca encontrarás, que si se acaban los amigos ya no habrá fiestas ni invitaciones a ningún lugar, que si me quedo un sábado en la noche en casa, que si he visto los últimos estrenos en cartelera, que si no tengo nadie con quien salir, que si esto o aquello.


Todo eso se acabó. Creo que es una especie de pensamiento bíblico en el fondo, si, por que sí trato de eliminar las cosas que me dañan y me hacen sentir mal, tarde o temprano llegará alguien que pueda complementar todos esos logros y poco a poco avanzar juntos. Algún ser divino dijo: “Ayúdate que yo te ayudaré”


Es de esta manera que con muchos sentimientos positivos me desprendo de algo que fue mío durante muchos años, lo extraño, lo quiero, le deseo lo mejor pero no puedo estar ahí sin avanzar. No estoy cerrado a lo que pueda pasar, el futuro es un misterio que tiene muchas sorpresas. No me queda nada más que aplicar una frase que hace algún tiempo ya convertí en propia, no recuerdo de donde la saqué pero que es la base de mi nuevo pensamiento. “Nada está escrito”

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